Del 29 al 30 de noviembre de
2007 la Faculdade de Letras da
Universidade do Porto (Portugal)
organizó un
seminario internacional sobre "Segredo e Memória na Era
da Informação."
al que tuve el gusto de contribuir con un texto en forma de
diálogo con mi
hermana, la psicoanalista Raquel Capurro, sobre "Secreto, lenguaje y
memoria en la sociedad de la información".[1] En aquel momento y
en los cinco años siguientes era imposible prever lo que
sucedió el 6 de junio de 2013 cuando The
Washington Post y The Guardianwhistleblower Edward
Snowden sobre
el programa PRISM. Desde entonces el tema del
almacenamiento de datos digitales y la vigilancia electrónica en
gran escala no
deja de conmover la política nacional e internacional así
como
la discusión académica sobre la relación
entre lo público, lo privado y lo secreto. En
países democráticos esta discusión está
ligada el tema de la privacidad, amenazada en diversas maneras y
ámbitos de la
vida social por dicha vigilancia. Lo que está en juego es ni
más ni menos que
el futuro de la libertad en el siglo XXI. publicaron en forma
anónima
documentos secretos del informante y [2] Es por esto que
en
este prefacio no
puedo menos que felicitar a los editores y
autores de este libro por sus valiosas y variadas contribuciones sobre
el tema
de la relación entre memoria y Ciencia de la Información
(CI).
No hay secreto sin memoria. El
intento de sustraer algo del
conocimiento de
otros supone que eso está archivado en algún sustrato, ya
sea en la memoria
biológica o en alguna forma externa como
fue el caso de los documentos digitalizados revelados o 'des-cubiertos'
por
Snowden. Dicho 'des-cubrimiento' es una forma de retrieval, es
decir, de
recuperación de la información que constituye el meollo
de la CI. Es evidente
que dicho meollo debe incluir dimensiones éticas, sociales,
culturales y
políticas sobre el rol de los archivos digitales en las
sociedades del
siglo XXI. Dichas
dimensiones no deben ser marginalizadas o excluídas en una
autocomprensión
meramente técnica de la CI, sino que deben ser colocadas en el centro de la investigación
académica como
lo testimonia el presente libro.
Si el secreto es una relación que
puede incumbir a actores institucionales como ser órganos de
gobierno, bancos,
hospitales o empresas, la privacidad es algo que incumbe a personas en
su
capacidad de ocultar o revelar libremente quiénes son, es decir,
de
externalizarse o 'cosificarse' en diversos medios. Este pasaje del ser
alguien,
la autoconciencia o el 'quién soy', a
ser algo o un 'qué soy' fue tematizado en la filosofía
moderna con el concepto
de alienación, de filiación hegeliana
("Entäußerung"), luego objeto
de la crítica marxista ("Entfremdung"). Llamo diferencia
ética
a la diferencia entre el quién soy y el qué soy.[3]
Se puede pensar el tema de la
recuperación de la información cosificada o 'alienada' en
diversos medios como
un retorno a la memoria del sujeto con sus creencias y deseos por medio
de los
cuales se constituye como agente contingente y libre en su pensar y
actuar. Es
por esto que instituciones, como
ser las bibliotecas y los archivos, y las técnicas de memoria y
de recuperación
de la información han tenido y tienen un rol tan importante en
todas las
sociedades humanas junto a los modos de recuperación de la
información
almacenada en la memoria biológica. Esto último es un
tema clásico de la
educación (paideia) desde su problematización en
la antigüedad clásica,
por ejemplo en los diálogos platónicos si recordamos (!)
la diferencia entre
memoria (mneme) y recuerdo (anámnesis) o
recuperación de lo
memorizado. Es por esto también que la "memoria cultural" como
la
analizan, por ejemplo, los egiptólogos Jan y Aleida Assman es
algo fundamental
para la autocomprensión histórica de una sociedad. [4] Las
bibliotecas y los archivos ha sido y siguen siendo instituciones
fundamentales de la memoria cultural de una sociedad. Un desafío
del
siglo XXI al
respecto consiste en elaborar e implementar políticas nacionales
e internacionales
de sustentabilidad digital no dependientes de los intereses de las
grandes
empresas comerciales digitales.[5]
No hay secreto
ni privacidad sin
memoria, pero tampoco hay memoria sin secreto y privacidad, es decir,
la
memoria o lo que 'cosificamos' o externalizamos tiene siempre una
dimensión
universal puesto que lo que está 'ex-puesto' fuera de la memoria
del sujeto,
puede ser en principio objeto de conocimiento de todos los otros
sujetos. Dicha
'ex-posición' puede estar sujeta a diversos tipos de
restricciones sobre todo
si lo expuesto dice algo sobre quién es el sujeto que así
se expone o es
expuesto por otros. El querer exponerse a todos puede subsecuentemente
encontrarse
en la situación de que, por ejemplo, otros utilicen dichos datos
para agredirlo
de diversas formas. Es este el tema del reciente debate sobre el
"derecho
al olvido" otorgado el 13 de mayo de 2014 por el Tribunal de Justicia
de
la Unión Europea (TJUE) a los usuarios, quienes pueden exigir a
los buscadores
que borren su información personal. No se trata entonces de un
derecho al
olvido en el sentido de borrar algo que pasó, sino de borrar
huellas digitales
archivadas en la red y su recuperación, siendo dicho borrar
tecnológicamente
limitado dada la complejidad del medio digital.[6]
Sugiero a los autores y lectores de
este libro que hagan todo lo posible por incluir estos temas en el
currículo escolar
y universitario.[7]
NOTAS
Ultima
actualización: 25 de agosto de 2017